Pareciera que fuera un comentario fuera de tiempo, pero entendiendo que el empalme entre el gobernante que se va y el que llega no debe ser una “reunión de comadres” y, mucho menos, una “pelea de Kickboxing”, si es una herramienta para que el que llega recoja insumos que estén conectados con su propuesta de gobierno para su plan de desarrollo.
El documento final del empalme debe publicarse para que la ciudadanía sepa hasta dónde llegó el que se va y desde dónde empieza el que llega.
La publicación del documento final del empalme es una “sana obligación”, especialmente para quién gana las elecciones con una propuesta de cambio. Esto permite trazar y “mirar” la línea de corte e impide que quien comience a gobernar “cacaree” logros que no son suyos, gane indulgencias con “escapulario ajeno” y/o mienta, aprovechando su posición dominante frente a los medios de comunicación.
¿Qué pasa cuándo el informe final del empalme no se publica?
Afecta el proceso de gobernanza, la comunicación y la confianza en el nuevo gobierno; genera controversias desgastantes y, peor aún, se podría estar cargando con un “lastre”, como ocurrió recientemente en la ciudad de Cali.
Conclusión: La opinión pública debe saber cuál es el punto de partida del nuevo gobernante, para una justa evaluación al final de su mandato.
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