DEL CORONAVIRUS AL CORONAHAMBRE

Albert Camus en su libro “La Peste” cuenta cómo la ciudad de ORAN fue asolada por la peste negra o bubónica. La presencia inminente de la muerte y la duda de declarar o no la cuarentena, llevaron al gobernante de turno a tomar medidas similares a las que conocemos respecto del COVID19.

La anterior mini – reseña, nos lleva a formular un interrogante que el líder – gobernante – debe resolver en estos casos: ¿Cómo afrontar la situación?

 Solo dos caminos le esperan:

UNO: No decretar la cuarentena y consecuencialmente no parar la economía. Entonces:

En este caso, es de esperar que el virus se disemine y genere un número incalculable de contagios, muertes y que la economía siga funcionando a todo vapor.

Es asumir el riesgo y darse “pela”, con alto costo en lo social y en lo político.

Este escenario obliga a fortalecer dos sistemas: el de sanidad y el económico. En el primero, se previne el riesgo de colapsar en lo que respecta a la protección de la vida. En el segundo, se protege el ritmo económico no parando las actividades y permitiendo que la gente obtenga recursos para su sostenimiento.

Este camino, en el largo plazo, puede considerarse como el menos costoso a pesar del esfuerzo de los gobiernos y de los amargos efectos que se deriven del masivo contagio producido por el virus.

DOS: Decretar la cuarentena y consecuencialmente parar la economía. Entonces:

En este evento, hay que fortalecer y proteger el sistema de salud pública, asumir la subsistencia de los sectores focalizados como vulnerables y prepararse para costear la manutención de los que caigan en condiciones de necesidad por el agotamiento de sus recursos.

En este escenario y desde un fondo creado con recursos solo para estos fines, los esfuerzos económicos deben dirigirse de acuerdo a la evolución de la situación, especialmente a fortalecer el sistema de salud en el campo médico – asistencial; a atender los requerimientos de cada entidad de salud en equipos de cuidado médico (profesionales de la salud y asistentes) y a la adquisición de elementos diagnósticos e instrumentación hospitalaria.

Respecto del campo asistencial se hace imperioso el diseño y puesta en marcha de estrategias de producción laboral desde casa que contribuyan a generar recursos de sostenimiento mínimo y de fortalecimiento de ayudas estatales acompañadas de medidas para atenuar el costo de servicios públicos, impuestos, arrendamientos y deudas adquiridas con motivo de la crisis.

Qué pasó en Colombia

Primer error. Expertos en el manejo de este tipo de crisis no indicaron cómo actuar a tiempo. Prevaleció el derecho a la movilidad por encima del derecho a la vida. Mantuvimos abiertos aeropuertos, puertos, fronteras pudiéndose implementar, en su entorno, zonas de aislamiento obligatorio con el propósito de mitigar los niveles de contagio. Por allí entró la enfermedad. Nos demoramos mucho.

Segundo error. Comenzar la “reparticiña” de mercados (alimentos) y entrega de recursos a los más necesitados sin tener un centro operativo de comando unificado. En algunas regiones del país muchos esfuerzos personales y económicos se han diluido.

Las decisiones tomadas para la emergencia y decretadas por el presidente, no lo mostraron como un líder. Se vio falto de autoridad, diluido y desordenado, circunstancias que permiten a los gobernantes territoriales discrepar públicamente de sus decisiones, razón por la cual algunos decidieron dejarse llevar por su olfato.

Lo anterior evidenció que el yoyo no está solo en las manos sino en los labios de muchos gobernantes territoriales: yo propuse; yo dije; yo hice; yo fui el primero; yo conseguí; yo lo advertí… yo, yo, yo…

Así las cosas, luchamos contra un enemigo invisible, tratando de manejar la economía como en tiempos de guerra. Si no comenzamos a diseñar las bases de un plan estratégico de choque que recupere la economía del país desde los entes territoriales, el enemigo nos pauperizará.

Hay lecciones claras:

• Atendiendo la pandemia, unos deben dedicarse a lo urgente, ocupándose del momento de hacer y otros deben concentrarse en lo importante pensando qué vamos a hacer al final y después de la pandemia.
• No haber prorrogado la fecha para la adopción de los planes de desarrollo, para los entes territoriales, crea la obligación de tenerlos aprobados a más tardar el 31 de mayo 2020.

Esta oportunidad, en medio de la crisis, obliga a cada gobernante a cambiar la visión de su gestión. Atrás quedarán las promesas de las nuevas vías, las ampliaciones, los túneles, los puentes, el ladrillo, el hierro y el cemento.

• Los proyectos que se establezcan en el plan plurianual de inversiones – anexo al plan de desarrollo – tendrán que orientarse prioritariamente al fortalecimiento de los programas de salud, educación, seguridad alimentaria y servicios públicos.
• La ejecución de los programas de salud deben apuntarle a desarrollar proyectos en: medios diagnósticos; nuevas tecnologías digitales de seguimiento, desde medios móviles, para ubicar y controlar los nuevos contagiados de covid19 y los ya atendidos; equipos de protección para los operadores de la salud; dotación de toda la infraestructura necesaria para la atención una posible avalancha de contagios.
• Fortalecer los programas de educación digital, generando contenidos de conocimiento sobre la ciudad, salud y movilidad. Crear “el colegio digital” para que estudiantes desde cualquier parte de Colombia adelanten su capacitación por esta vía, con énfasis en fortalecimiento empresarial/financiero con el fin de prepararse para adquirir autonomía económica.
• Establecer claros y efectivos proyectos que ejecuten la política de seguridad alimentaria. Esta herramienta, ignorada en propuestas de campaña y en las primeras versiones de los planes de desarrollo de algunos entes territoriales, deberá por su evidente importancia en la crisis generada por el covid19 ser incluida de manera obligatoria.
• Rediseñar la hacienda pública de los entes territoriales, re-adecuando con justicia social las tarifas de los tributos a la situación actual.
• Tramitar en las corporaciones públicas respectivas, autorizaciones que concedan amplias exoneraciones y/o alivios tributarios sobre aquellas actividades afectadas por crisis, determinando zonas libres de impuestos que permitan el asentamiento de nuevas actividades económicas.

Después del anuncio del gobierno nacional de aplicar cuarentenas escalonadas, caracterizando actividades y segmentos poblacionales, si no actuamos inteligentemente nos vamos a reventar.

Hay que prepararnos para lo peor, asignando los recursos que sean necesarios para adecuar al máximo toda la infraestructura de salud que se necesite, al igual que diseñando y ejecutando estrategias que garanticen la justa asignación y distribución de aportes gubernamentales. De adoptarse el escalonamiento, debe pensarse en oficializar y demarcar cordones epidemiológicos para restringir severa y drásticamente la movilidad en las algunas zonas que se encuentren mayormente golpeadas por la pandemia.

Reciente estudio de mercado realizado por MMconsultores S.A.S. establece que un amplio sector de la población (57.36%) solo tendrá recursos para mantenerse en confinamiento hasta la segunda semana de abril 2020. Así las cosas, sin haberse terminado la pandemia ocasionada por el coronavirus (COVID19), es posible que estemos entrando a vivir la pandemia del CORONAHAMBRE.

La situación, no es fácil. El momento indica que hay que actuar estratégicamente ejerciendo la autoridad pero con sabiduría; con realismo y sin michicatería; sin sesgos y sin atajos mentales; conformando grupos de trabajo especializados en salud, en seguridad alimentaria y en asuntos económicos con oídos abiertos, predispuestos a escuchar con el fin de asumir con seguridad los retos que están por venir.