AVES DE CORTO VUELO

En política, la expresión “ave de corto vuelo” se utiliza para describir a un político o funcionario público que tiene una carrera breve, que no logra sostenerse o que no alcanza grandes realizaciones antes de desaparecer del panorama político.

Esta frase, cargada de negativismo, refleja la trayectoria de quienes, al ascender rápidamente, no alcanzan a consolidarse ni dejar una huella significativa. En el turbulento y competitivo ambiente de la lucha por el poder, es común ver este tipo de figuras que, motivadas por la ambición de escalar rápidamente, terminan cayendo sin haber construido una base sólida.

Las denominadas “aves de corto vuelo” fracasan por múltiples razones, pero la falta de dirección estratégica y la impaciencia por llegar a la cima se destacan entre los factores principales.

El fracaso político no es solo una consecuencia del entorno, sino también de malas decisiones, fruto de la prisa. Muchos de los aspirantes a las corporaciones públicas o a cargos unipersonales, como alcaldías, gobernaciones o la presidencia, cometen el error de apresurar sus carreras, impulsados por la ambición de alcanzar poder inmediatamente. Sin embargo, se olvidan de los pilares que sostienen una carrera política duradera: la preparación, el arraigo en la comunidad y una visión de largo plazo. Es en este punto donde se marca la diferencia entre los que permanecen y aquellos que, como las “aves de corto vuelo”, desaparecen tan rápido como llegaron.

La falta de una dirección estratégica es, quizás, el mayor error de estos personajes. Sin una planificación clara, muchos terminan haciendo promesas que no pueden cumplir, lo que debilita su credibilidad. Esa incoherencia entre lo que se promete y lo que realmente se ejecuta erosiona la confianza de los electores, en un escenario donde la imagen y la percepción son clave. En política, una promesa incumplida es más dañina que un proyecto que aún está en proceso de ejecución.

Otro aspecto a considerar es la impaciencia por alcanzar posiciones de poder. La política no es una carrera de cien metros (100 Mts.), sino algo más que una maratón (42.195 km). Aquellos que, en su afán por llegar al poder, queman etapas sin construir una base política sólida y terminan siendo víctimas de su propia ambición. El éxito político no radica solo en obtener el cargo, sino en saber mantenerlo y ejercerlo con solvencia. Sin embargo, algunos personajes, deslumbrados por el brillo del poder, se apresuran a postularse para cargos para los que aún no están preparados.

En tercer lugar, “la desconexión con las necesidades” de la comunidad es un factor clave que contribuye al fracaso de aquellos que buscan ascender rápidamente en la política. Lo que ha sucedido en #MiCaliBella refleja claramente este fenómeno, convirtiéndose en una incubadora de “aves de corto vuelo”. Muchos aspirantes a cargos más altos, acelerados e impreparados, quedaron sin legitimidad ante el electorado. Aceleraron su carrera política, sin establecer una relación cercana y auténtica con la comunidad, se enfrentaron a un vacío que les impidió consolidar sus ambiciones.

Así las cosas, las “aves de corto vuelo” son un fenómeno recurrente en la política de cualquier país. Son una especie que refleja ambición desmedida, que opta por atajos y que, en última instancia, resultan cayendo vertiginosamente. Adquirir poder político requiere más que deseo y carisma; exige preparación, visión clara y, sobre todo, conexión genuina con las necesidades de la comunidad. Aquellos que olvidan esto están condenados a volar bajo y caer pronto.

Finalmente, es hora de que los aspirantes a cargos de representación más altos comprendan que los éxitos en la política no se alcanzan de manera inmediata, sino que son el resultado de un proceso de construcción a largo plazo. La ambición desmedida y la falta de preparación estratégica solo conducen a carreras efímeras y sin impacto real. Quienes se apresuran por alcanzar el poder, sin una dirección y sin compromiso con sus electores, están destinados a convertirse en meras notas al pie de página en la historia política, figuras que, aunque pueda que brillen brevemente, nunca dejarán una huella perdurable.