Respondo a las solicitudes de aclaración sobre algunos términos utilizados en mi publicación anterior. Estos se emplearon de manera coloquial en el análisis, y al desglosarlos desde una perspectiva política, espero ofrecer una visión más precisa sobre su aplicación y relevancia en el contexto actual
El término emergió como un concepto clave en la pasada campaña electoral. Esta palabra fusiona el apodo “El Chontico”, utilizado para referirse a un empresario de apuestas permanentes, con la idea de mantener la continuidad del modelo de gobierno que, en su momento, se buscaba reemplazar.
La popularidad de la palabra “Chontinuismo” creció considerablemente, al punto que, el hoy alcalde de la ciudad, adoptó la frase “NO AL CHONTINUISMO” como lema de su campaña. Con ese eslogan, se distanció de su oponente y de la administración del entonces alcalde en funciones, que enfrentaba un elevado nivel de desaprobación ciudadana.
En este contexto, el término “Chontinuismo” se convierte en un símbolo de rechazo de la ciudadanía hacia la prolongación de un modelo de gobierno percibido como desaprobado, impopular y criticado por la ciudadanía.
Se refiere a un atuendo que está visiblemente desgastado, deteriorado o en mal estado. En algunos casos, la forma como un gobernante se viste durante su mandato puede transmitir una imagen de descuido, falta de recursos o desorganización y en otros se usa deliberadamente como una estrategia para mostrar humildad, autenticidad o conexión con las clases socialmente bajas de una ciudad.
Desde el punto de vista político, el arraigo es la conexión profunda, estable y emocional que un gobernante mantiene con su comunidad, la cual se refleja en su conocimiento de la historia, las tradiciones y de manera especial, en la comprensión de sus necesidades. Cuando el arraigo en un gobernante se manifiesta en la magnitud de su dimensión cultural y emocional, éste influye directamente en la percepción de legitimidad y autenticidad que la comunidad tiene de él.
Se puede afirmar que el arraigo se adquiere y se manifiesta cuando un gobernante ha mantenido, a lo largo del tiempo, una relación activa y participativa con su comunidad.
El término “chamboniar” se refiere a una gestión deficiente de un gobernante, que incumple con sus responsabilidades. A continuación, ejemplos de cómo se manifiesta en una mala gestión:
Un gobierno está “implosionando”, cuando se evidencia un proceso de deterioro interno en su administración conduciéndose lentamente a su desmoronamiento desde adentro. Este término sugiere que los problemas dentro de un gobierno son tan graves y generalizados que la estructura de la administración no funciona y ella comienza a ser inoperante, afectando la capacidad para gobernar efectivamente.
En este contexto, “implosionar”:
Esta dualidad es una mezcla desmedida de confianza e ineptitud, que afecta la percepción pública de algunos gobernantes.
El que “se las da de Superman”, muestra una actitud sobradora, arrogante y exageradamente confiada en sus capacidades, dando a entender que tiene soluciones o habilidades excepcionales para todo. No reconoce limitaciones ni errores, subestima las realidades de la administración pública, dando una impresión presuntuosa y falta de autovaloración de sus responsabilidades.
El que muestra rasgos del “Chapulín Colorado” desconoce los problemas críticos de su ciudad presentándose torpe y desorganizado. Puede suceder que, muchas veces, bien intencionado, suele llegar tarde a los asuntos importantes, sin eficacia, mostrando inmadurez y poco profesionalismo. Sus intentos por resolver problemas suelen dar resultados inadecuados.
Esta combinación enfrenta dificultades en la ejecución efectiva de sus funciones por parte de quienes integran el gabinete gubernamental.
Asesor Político
Cali - Colombia
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