Si algo causa dolor en la política es perder, y si se trata de una representación a una corporación pública o a un cargo unipersonal con mayor razón.
Se pierde si no se diseña y desarrolla una estrategia ganadora o si se formula una equivocada.
Adicionalmente algunas de las causas más comunes que inciden en la derrota, en una campaña electoral, son el triunfalismo y la soberbia de los candidatos conjugadas con la vanidad y la altivez de consultores o asesores, quienes confunden sus funciones convirtiéndose en voceros de equivocados comités de aplausos permanentes. Así las cosas son un “cocktail molotov” altamente destructivo.
Algunos asesores o consultores, erróneamente creen que mantener a su asesorado siempre ocupado es estarlo conduciendo por el camino indicado y si parten del criterio de que no necesitan leer lo que comunicacionalmente le están haciendo conocer aquellos sectores de opinión a los cuales se está dirigiendo, lo que están haciendo es llevando a su cliente hacia la derrota.
También se le abona a la derrota cuando asesores y candidatos no logran entender, que gran parte de la estrategia ganadora hay que llenarla más de insumos emocionales que racionales.
Por lo regular se equivocan quienes pretenden ganar con discursos y propuestas técnicas que no entienden, tornándose aburridores, desenfocados y poco creíbles, no acertando leer el momento indicado para mostrarse cercanos a su público y así crear expectativas a su alrededor y en torno de su campaña.
Craso error comenten, el candidato y los asesores, al creer que en política/electoral con dinero todo se puede. La limosna; el asistencialismo representado en muletas, sillas de ruedas, tamales, arroz con pollo, formulas médicas, dinero en efectivo y otras prácticas propias de nuestro medio están siendo derrotados por la herramienta más importante en una campaña: la estrategia.
Si no se cuenta con una estrategia de campaña, cuyos ejecutores sean expertos profesionales, de por descontado que está en desventaja. Además si no se posee un experto en investigación de mercados, para la dirección y realización de encuestas permanentes, seguro estará improvisando, caminando sobre las nubes y transitando hacia la derrota.
Efectuar propuestas aisladas, propias de una falta de estrategia, es fatal para el éxito de una campaña electoral. Por muy novedosa que sea una propuesta si no hace parte de la estrategia, si no consulta la capacidad del candidato, su lenguaje, el momento de su presentación, su forma y manera de hacerlo no pasará de ser una mera “ocurrencia” que rayará con lo ridículo deteriorando la credibilidad, la seriedad de la campaña y del candidato.
El desespero por la inminente derrota, con motivo de la ausencia de una estrategia ganadora, siempre lleva al candidato y a sus asesores a disponer de acciones agresivas. Atacar al que está arriba en las simpatías ciudadanas utilizando la campaña sucia y negra es el arma de quien siente la derrota como su aliado final.
No cometer errores como los arriba enunciados hace parte de un manual claro y sencillo que a través de estos apuntes gestados desde MMconsultores usted podrá coleccionar para diseñar y dirigir estrategias electorales ganadoras.
P.D. nuestras próximas publicaciones: “Cómo efectuar un empalme exitoso” y “Por qué se ganan las campañas electorales”.
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