Cuando San Agustín afirma que: “No se le debe elogio al que simplemente cumple con su deber y nada más”, está invitando a limitar el reconocimiento que se otorga a los que manejan el poder público.
Por eso, cuando se decide ser miembro de una corporación o alcalde, gobernador o designado en un cargo, implica asumir la responsabilidad de servir y mejorar la calidad de vida de la comunidad que se representa. En esas condiciones, únicamente se cumple con el rol asignado, por lo tanto, brindar exagerados reconocimientos a un político o gobernante por realizar lo que le toca hacer, es caer en la condición de “adulador” o comúnmente llamado “lameculos”.
El “lameculos” se evidencia cuando alguien otorga un excesivo reconocimiento público hacia el político o gobernante por cada pequeña acción que realiza, con el grave peligro de obnubilar al servidor público de sus obligaciones y, peor aún, si frecuentemente le infla el “culo” (léase ego), puede estarle haciendo creer que cada acción mínima merece reconocimiento.
Habitualmente, los “lameculos” se sitúan al lado de los gobernantes y de los miembros de corporaciones públicas. Este grupo notable y desagradable puede incluir a familiares, amigos, miembros de las organizaciones electorales, empresarios, periodistas y ahora influencers digitales, quienes tratarán de incidir en las decisiones del político o gobernante con el propósito de fortalecer sus intereses personales.
Recuerde que un elogio se justifica cuando un político o gobernante va más allá de sus responsabilidades básicas y quien celebra cada acto como si fuera un gran logro pierde su condición crítica, ubicándose en el fastidioso segmento de los “aduladores”.
Un consejo final: como creo que San Agustín tiene razón, no lance repetidos elogios solo porque alguien hace lo que debe hacer y si usted está en ese segmento vergonzoso, sálgase rápido de ahí porque todos lo están viendo.
PD>> Lameculos = adulador, chupamedias, servil, rastrero, lambón
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