Ser consultor o asesor político para un candidato no es lo mismo que serlo para un gobernante, aunque compartan habilidades y conocimientos. A continuación, las diferencias y las demandas específicas de cada rol.

Objetivo

Para el candidato, el objetivo del consultor es ganar elecciones; en consecuencia, orienta el diseño de estrategias de campaña (mensajes, manejo de imagen pública, debates y movilización de votantes). Su prioridad es persuadir al electorado en un periodo corto e intenso.
Para el gobernante, el énfasis está en gobernar, implementando políticas públicas, gestionando crisis, manteniendo la aprobación pública y, si es del caso, negociando con actores políticos (oposición, aliados, instituciones). Su trabajo debe tener una visión de mediano y largo plazo en temas de complejidad administrativa y política.

Habilidad

Para un candidato, el consultor requiere habilidades en comunicación persuasiva, marketing político, análisis de encuestas, estrategia mediática y organización de campañas. La creatividad y la rapidez son clave.
Para un gobernante, además de la capacidad de comunicación, el consultor requiere experticia en políticas públicas, gestión de crisis, diplomacia, negociación, destreza para la sostenibilidad de la imagen pública y dirección de equipos enfocados en resultados concretos.

Presión y temporalidad

Para un candidato, el trabajo del consultor es intenso, pero de duración limitada (durante la campaña). En este escenario, los errores pueden ser fatales y de impacto inmediato, por lo que hay que saber responder.
En cuanto al gobernante, la presión sobre el consultor es constante, ya que este se encuentra bajo escrutinio continuo. Es el momento en que los errores tienen consecuencias a largo plazo, y la gestión debe ser más estratégica y menos reactiva.

Relación con el cliente

El consultor suele tener con el candidato un rol más directivo, guiándolo en su mensaje y comportamiento durante toda la campaña.
Mientras que, para el gobernante, debe adaptarse a un entorno más complejo, donde el elegido ya tiene poder y un equipo más amplio. En este caso, la relación es menos jerárquica y más colaborativa, pero también más exigente debido a las responsabilidades de gobierno.

¿Puede un consultor exitoso para un candidato serlo para un gobernante?

Sí. Pero el triunfo en conducir una campaña electoral no garantiza el éxito en la dirección de un gobernante, ya que las habilidades y el contexto son distintos. Sin embargo, un consultor político exitoso para un candidato puede adaptarse y tener éxito con un gobernante si posee experiencia en gobernanza: políticas públicas, gestión administrativa y negociación política, áreas que no siempre son centrales en una campaña electoral.

El consultor de campaña debe adaptarse de liderar una campaña breve y focalizada a acompañar un gobierno largo y complejo. Para lograrlo, necesita ser flexible, mantener su habilidad para analizar datos, comunicar, manejar crisis y construir narrativas públicas. Además, debe comprender y saber manejar las limitaciones legales, burocráticas y políticas que enfrenta un gobernante.

En nuestro medio, hay casos donde consultores exitosos de campañas electorales no logran adaptarse a la gobernanza porque se enfocan demasiado en la imagen de su cliente y descuidan la gestión de estrategias de gobierno.

Conclusión

Un consultor exitoso en campañas electorales puede serlo también para un gobernante si desarrolla competencias en gestión pública, negociación y estrategia a largo plazo. La clave está en la capacidad de adaptación y en entender que gobernar es más complejo y multifacético que ganar una elección.