Inicio / EL MICROSUEÑO DE LA COP16
La COP16, celebrada oficialmente en Yumbo, pero con Cali como punto principal de alojamiento de sus asistentes y escenario de la llamada “Zona Verde”, dejó un rastro momentáneo en la ciudad, transformándola fugazmente en una vitrina de eventos y entretenimiento. Durante doce días, la ciudad vivió una especie de “microsueño inducido”, un momento de euforia pasajera en el que el espectáculo y el maquillaje de algunos pequeños sectores de la ciudad tomaron protagonismo. Sin embargo, el impacto fue tan efímero como el evento mismo, y al desvanecerse, “la ciudad desigual sigue igual” encontrándose en la misma situación de siempre: problemas de infraestructura, falta de seguridad, movilidad caótica, espacio público invadido y un gobierno más interesado en la imagen personal de su alcalde que en soluciones de fondo.
La “Zona Verde”, promovida con entusiasmo por el alcalde se tradujo en un espacio de actividades comerciales, culturales y de diversión que incluyó orquestas de salsa y música tropical del Pacífico, géneros que inevitablemente despiertan gran emoción en los caleños, tornándose numerosos por ser sin costo. Sin embargo, reducir la participación de la ciudad a un espectáculo festivo revela una visión superficial y una preocupante falta de ambición para enfrentar los verdaderos desafíos que exige la ciudad.
Mientras miles de personas asistían y disfrutaban de las compras, los conciertos y las demás actividades culturales, el alcalde se enfocaba en resaltar esto como su éxito en redes sociales, presentando el evento como una oportunidad económica para la ciudad. Sin embargo, de lo que realmente disfrutaron los caleños fue de un fugaz toque cosmetológico que, aunque colorido y festivo, no logró tapar las profundas grietas de una ciudad con urgentes necesidades.
En lugar de aprovechar la COP16 para proyectar una ciudad comprometida con la biodiversidad y la sostenibilidad, el mandatario pareció más interesado en presentar una versión idílica e irreal de un pequeño sector de la ciudad, donde la “cultura del espectáculo” reemplazó de fondo el compromiso ambiental, sin ninguna perspectiva de generar un impacto. Se limitó a desarrollar una estrategia de entretenimiento, anunciando la intención de repetir el evento, lo cual no deja más que pocos favorecidos, buenos recuerdos y publicaciones en redes sociales. Esta actitud trivial resalta la falta de una visión seria y sostenible que trascienda el corto plazo y que tenga como centro el desarrollo integral la preservación del ecosistema ambiental de la ciudad.
Los Caleños nos merecemos algo más que el alivio efímero de un “Diazepam” de entretenimiento; la ciudad necesita políticas reales que aborden e impacten las desigualdades sociales, los problemas estructurales desde la raíz y una administración que se comprometa verdaderamente con su desarrollo sostenible, definiéndolo y ejecutándolo con una visión de largo plazo. Sin estos elementos, cualquier evento futuro, igual al recientemente efectuado, no pasará de ser “otro microsueño” de música y fiesta que deja a la ciudad igual o, en muchos aspectos, peor que antes.
Asesor Político
Cali - Colombia
Celular
Usuario Skype