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EL DÍA DE ELECCIONES: DÍA “D”

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No tener un director de equipo o estructura capacitada que organice, controle, vigile, reclame, recolecte y consolide resultados electorales obtenidos del día de las elecciones, en cada uno de los puestos de votación, es estar caminando sobre las nubes.

Se puede haber realizado la mejor campaña electoral, la más intensa, la de mayor impacto, la mejor planificada, la más alegre, la de mayor alcance digital, la de la foto y los vídeos más bonitos, la del mejor eslogan, la del mejor mensaje, la de las reuniones más numerosas… pero si fallas el día de elecciones, lo que te espera es el fracaso.

Nuestro sistema de recolección de datos electorales, en la fase de pre-conteo, efectuado por la Registraduría Nacional del Estado Civil no siempre nos deja tranquilos porque no es el más apropiado.

Los actores en esta etapa son los jurados de votación, quienes en un alto porcentaje son poco idóneos para cumplir esa función. Son regularmente seleccionados con poca instrucción sobre temas electorales y sin tener en cuenta su formación académica.

La consecuencia por lo anterior es un errado, peligroso y algunas veces sospechoso diligenciamiento de formularios con registros electorales que no hacen cosa diferente que distorsionar los resultados de una elección.

Afrontar organizadamente el día de las elecciones o “Día D” es fundamental para considerar una campaña electoral como exitosa.

Todo el trabajo desarrollado durante varios meses debe estar enfocado a saber, con suficiente anticipación, cómo se va a afrontar el día “D” para tener la tranquilidad que el esfuerzo realizado por todos los militantes de la organización va a ser justamente verificado, consolidado y reportado como un registro cierto de lo encontrado en las urnas.

Ése un día muy intenso, donde la logística de campo debe estar no solamente lista sino organizada y sincronizada coherentemente. Nada debe fallar. Los recursos económicos, el transporte, el refrigerio, las ayudas publicitarias, los listados de inscritos, los testigos electorales, los jurados de votación aportados y el centro de cómputo son solamente insumos para hacer bien toda la tarea en solo ocho (8) horas hábiles.   

Respecto de los testigos electorales, más que simpatizantes, deben ser empleados de las organizaciones políticas a quien se le pague su día de trabajo. Sus funciones de vigilancia en el transcurso de la jornada electoral concluyen con su presencia en el escrutinio de la mesa. Contabilizar resultados, reportar datos al centro de cómputo, dejando constancia de sus reclamos por el justo y transparente desempeño de los jurados de votación, hace parte de sus funciones.

Es común ver como movimientos y partidos políticos despliegan gran cantidad de personal como testigos electorales, y para ser sinceros, con poca preparación y con mucho desconocimiento de la importancia que representan generándose resultados como los siguientes:

  1. Información parcial.
  2. Información errónea.
  3. Ninguna información por abandono del puesto.

Lo recomendable es la designación de un gerente para el día de elecciones. No caería mal en las estructuras de las campañas y sería el responsable de que toda la logística de ese día funcione eficiencientemente. Es el encargado, entre otras acciones, de:

  1. Seleccionar, con buen tiempo, los testigos electorales en número suficiente; capacitarlos en aspectos jurídico/electorales; asignarlos en cada una de las mesas de los puestos de votación; dotarlos de recursos para refrigerio, papelería, herramientas tecnológicas, enseñarles y dotarlos de formatos para reclamar en el marco de la ley y a transmitir información.
  2. Proyectar, asignar y distribuir los costos financieros para cada puesto electoral en cuanto al transporte de los electores y refrigerios de ese día.
  3. Dotar tecnológicamente y de personal capacitado el centro de cómputo para la consolidación de resultados.
  4. Organizar, antes del día electoral, un grupo de verificación de cédulas inscritas y de información sobre lugares de votación.

Organizar el día de elecciones, incluido el escrutinio de las mesas electorales en cada puesto de votación, utilizando personal capacitado y el material adecuado disminuye el riesgo de perder votos.

Intentar un reclamo, después del primer escrutinio, sin haber dejado las oportunas constancias escritas, en los formatos de rigor es perder el tiempo. Los escrutadores de segunda instancia, delegados por la Registraduría, no se ocuparán de ellas y declararán improcedentes las solicitudes efectuadas en estas condiciones por no reunir las formalidades para su trámite.

Es por eso que, una medida sana y complementaria a la designación del gerente del día “D”, para preservar los intereses electorales de los partidos políticos, movimientos significativos de ciudadanos y de los candidatos es la de entregar su confianza a organizaciones privadas de reconocida experiencia, como Inteligencia Electoral, para que se encarguen de capacitar testigos y profesionales del derecho que respondan por la custodia de los votos y reclamos en los escrutinios y consolidación de la información electoral.

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