Inicio / CON EL AGUA AL CUELLO
Hace un año, el noroccidente de la ciudad vivió graves episodios de inundaciones, afectando el centro comercial @Chipichape, vías públicas y sectores residenciales y comerciales aledaños al piedemonte del cerro de las Tres Cruces.
En aquel momento, mayo de 2024, el alcalde @alejoeder se manifestó como suele hacerlo: rápido, mal y culpando a otros. Acusó a los caleños como los responsables de las inundaciones por la “disposición inadecuada de las basuras”. Aquella afirmación, propia de quien no conoce los problemas críticos de la ciudad, le añade una peligrosa tendencia: convertir a los caleños en “chivos expiatorios” de una omisión histórica del Estado local.
En respuesta, distintos frentes ciudadanos dijeron con claridad sobre el problema: no fueron las basuras, ni los colchones, ni los muebles viejos los responsables del desastre; Fue —y sigue siendo— la inexistencia estructural del manejo de las aguas lluvias por parte del responsable de controlarlas.
Por otro lado, las lluvias de este mes, y luego las de mayo dejan y dejarán calles anegadas, propiedades afectadas, movilidad colapsada y habitantes atemorizados. Y, como respuesta, el gobierno vuelve a hacer lo mismo siempre: limpiar calles y evacuar lodo, destapar sumideros y retirar escombros arrastrados desde los cerros. Pero esa no es una solución. Es un acto “bomberil”, casi decorativo, propio para un espectáculo mediático que sirve para estirar, por un año, la espera de la próxima tormenta.
Así las cosas, el riesgo sigue latente: el peligro de deslizamientos y remociones en masa, especialmente en sectores del piedemonte del Cerro de las Tres Cruces (desde Menga hasta La Aguacatal) y en el suroccidente de la ciudad (desde Siloé hasta Meléndez), amenaza vidas humanas. Pero, aun así, no hay una estrategia clara de solución, ni autoridad que asuma con rigor el reto.
Hace un año lo dijimos: el manejo de las aguas lluvias no puede seguir en manos de una empresa de las características de @EMCALIoficial, cuyo enfoque está en la prestación del servicio de acueducto y del alcantarillado sanitario de la ciudad y, por tal motivo, es incompetente en temas ambientales y de alto riesgo como este. Se necesita una entidad especializada, multidisciplinaria, con respaldo político, técnico y financiero, que asuma prioritariamente este reto con autoridad y capacidad de ejecución, tal como se hizo con el “Plan Jarillón de Cali”.
Por otro lado, la ciudad viene reclamando, en muchos temas locales, decisiones políticas valientes y ante todo una estrategia de gobierno a largo plazo, que ponga en marcha soluciones de fondo. De lo contrario, como en este caso, seguiremos cada año atrapados en el mismo libreto: lodos, caos, desinformación, silencio institucional y miedo a la catástrofe. Y sobresale lo más indignante: los responsables de la solución escondiéndose en la fe, como si rezar fuera la única solución pública para que no llueva más.
Finalmente, el manejo de las aguas lluvias de la ciudad no puede seguir dependiendo de baldes y escobas, cada vez que llueve. Se necesita un liderazgo real, que planifique, actúe y responda ya. Porque lo que está en juego no es solo infraestructura: es la vida humana, el patrimonio familiar y el futuro de miles de caleños que no aguantan más negligencia y anuncios “históricos”.
Consultor Político
Cali - Colombia
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