Hacer uso de la improvisación por la ausencia de una estrategia digital en redes sociales te lleva a cometer errores.
Autorizar la compra seguidores digitales es uno de los muchos errores que comenten los políticos/candidatos en campaña electoral. Pero es más evidente no estar en redes sociales por miedo. Esto último lo tratan de subsanar entrando a ellas a última hora, de manera desordenada, para luego terminar abandonándolas finalizada la campaña electoral.
La compra de seguidores en las redes sociales le hace daño a la imagen del candidato, a la política y al mundo digital. Cuando se descubre que un político ha estado de “shopping” en la “nube digital” pierde imagen y, por supuesto, credibilidad.
“Tener muchos seguidores no te hace exitoso electoralmente”
Aparentar fortaleza política con un alto número de seguidores, no garantiza reciprocidad electoral. Menos cuando le suman publicaciones con imágenes y contenidos que nada tienen que ver con la realidad. Una redacción incoherente, un error de ortografía, un vídeo deficiente, una foto borrosa o donde el político esté “mal parado” reflejando distancia y falta de calidez con la gente son motivos suficientes para degradar cada vez más su imagen.
Otro error, muy común al calor de las campañas electorales, es cuando el político/candidato autoriza que las redes sociales sean manejadas por su sobrino, su asistente, el hijo del vecino o del dirigente comunal que trabaja con el gobierno.
Es muy difícil para un político/candidato, especialmente en campaña, manejar sus propias redes sociales. El tiempo y la agenda lo hacen casi que imposible, por lo que invertir en el montaje de un equipo de especialistas para estos menesteres es lo ideal. Un community manager y un diseñador digital, de la mano del responsable de las comunicaciones de la campaña garantizan una buena operatividad de la estrategia de redes sociales. Si se sustrae, por ahorrar costos, tan solo uno de los tres componentes del equipo se estaría dando al traste con un resultado de calidad y eficiencia digital.
Lo anterior no quiere decir que el político/candidato se deba olvidar de sus redes sociales. Todo lo contrario, su deber es estar atento porque ellas les permiten fidelizar seguidores y mantener no solo contacto sino cercanía con la ciudadanía.
No es lo mismo publicar en Facebook que en Instagram o en Twitter o en WhatsApp o en YouTube. Los contenidos de estas publicaciones representados en textos, fotos, vídeos o imágenes en vivo deben ser diferentes y de buena calidad con el propósito de afianzar e incrementar la imagen del político/candidato.
No publique por publicar. Si el material visual suministrado para acompañar el texto de una publicación no es de buena calidad, es mejor no hacerlo.
El desconocimiento de estas razones, en algunas oportunidades, conduce a cometer otro error que consiste en ignorar lo que los demás piensan.
Especialmente para el caso de personas públicas la interacción permite que los seguidores sientan cercanía. No contestarle a quien escribe y solo responderle a quienes se considera “más importantes” es fatal para la imagen del político/candidato. La falta de interacción es un error
Las redes sociales no son sólo para informar, sino para interactuar. La gente no solamente quiere que la informen sino que le permitan opinar y que le respondan.
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