apuntes

MENOS SHOW, MÁS ESTRATEGIA

Miercoles, 18 de Junio del 2025
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En tiempos donde la política parece reducirse a likes y eslóganes vacíos, es urgente devolverles profundidad y método a las campañas electorales. No basta con lanzarse con entusiasmo: se necesita estrategia, rigor y respeto por la política. Hay que entender que cada campaña es un proceso complejo que exige preparación profesional, no un ejercicio de improvisación o marketing superficial.

Uno de los errores más comunes —y más costosos— es creer que el candidato puede con todo. No. El liderazgo político no consiste en hacerlo todo, sino en saber delegar y rodearse de expertos. La campaña no puede convertirse en un taller de ensayo y error, donde se lanzan piezas sueltas al viento esperando que alguna funcione. Se requiere de una estrategia que defina una narrativa coherente, que articule ideas, emociones y propuestas en un solo eje político y comunicacional.

Tampoco se puede confundir imagen con vanidad. El candidato no debe obsesionarse con proyectar el “mejor ángulo”, ni convertir su rostro en el único mensaje. La imagen debe representar una causa, una propuesta concreta, una visión. El votante quiere saber cómo se va a resolver lo que le duele, no qué tan bien se ve su aspirante en pantalla o en la pasarela.

Por otro lado, los errores grotescos disfrazados de “originalidad” —como salir semidesnudo o usar objetos absurdos para llamar la atención— solo ridiculizan el debate político y rebajan la inteligencia del electorado. No se gana credibilidad siendo excéntrico; se gana conectando con la gente desde la autenticidad y la coherencia.

Ahora bien, ¿qué sí funciona?

Lo primero que debe hacer un candidato es lo que dijo Luis Carlos Galán: “que lea y estudie mucha historia”. Además, debe analizar al electorado, entenderlo, segmentarlo y hablarle con mensajes simples, directos y estratégicamente diseñados. Una campaña no puede hablarle a todo el mundo por igual: tiene que definir su público objetivo y construir a partir de ahí.

Segundo: Aprenda a sumar. Incorpore a la familia, a los amigos, al partido, a los aliados. Una campaña no se gana sola; se gana en red, con apoyos firmes y leales, sin comprometer el contenido de las propuestas de campaña.

Tercero: Conozca cómo moverse. Hable con la gente, mírela a los ojos, camine barrios, visite plazas, toque puertas. El contacto personal, incluso en la era digital, sigue siendo la más poderosa herramienta electoral.

Finalmente, una campaña exitosa no es ni la más costosa ni la que más bulla haga, sino la más inteligente. Todo candidato elegido debe demostrar que sabe comunicar, que tiene conexión ciudadana y que posee capacidad de liderazgo. Lo anterior solo se obtiene con estrategia, no con ocurrencias.

Mauricio Mejía López

Consultor en Marketing Político

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