La gestión del alcalde de Cali, según las últimas mediciones de percepción realizadas por Guarumo, atraviesa por un momento crítico. Los resultados de diciembre de 2024 muestran una aprobación de su gestión del 49.0%, lo que representa una caída de 5.9% respecto a octubre del mismo año, cuando registraba un 54.9%. Esta disminución y el incremento en 6% en su desaprobación, en un período tan breve, evidencia una tendencia negativa en la evaluación de su administración y en su gestión como gobernante lo que se estaría convirtiendo en un descontento si no se ejecutan accione efectivas que atiendan las preocupaciones más urgentes de la ciudadanía.
En términos generales, si soportamos este análisis en el resultado de las dos últimas encuestas referidas, la inseguridad sigue siendo el “talón de Aquiles” de la administración. Recordemos que, en octubre de 2024, el 35,7% identifican este problema como el más urgente a resolver. A lo anterior, se suman el alto costo de los servicios públicos y una presión constante por la falta de claras políticas tangibles para la generación de empleo.
Comparativamente, en el contexto nacional, el resultado pone en evidencia las debilidades de la gestión del mandatario. Es claro que, según la última medición todos los demás alcaldes obtuvieron resultados significativamente más favorables donde la gestión del alcalde de Cali se ubica en la última posición entre las principales ciudades del país.
El resultado del mandatario caleño, tiene una brecha de más de 35 puntos porcentuales respecto del alcalde de Barranquilla (84.3%) lo que resalta las dificultades que enfrenta la ciudad para mantenerse competitiva en términos de gestión y percepción ciudadana.
Estar a la baja en la aprobación, al igual que el incremento en su desaprobación evidencia dos problemas estructurales. El primero en el aparato administrativo del gobierno para definir y ejecutar políticas y el segundo en la comunicación de resultados tangibles con los que la ciudadanía está percibiendo una falta de avances que generen confianza.
¿Qué sigue? Ante todo, el diseño y puesta en marcha de una nueva estructura administrativa que permita, con visión de futuro, viabilizar dinámicos procesos de ejecución de la mano de la aprobación y desarrollo de “Cali Distrito Especial” priorizando estrategias claras y tangibles sobre seguridad, movilidad, desarrollo económico, servicios públicos, seguridad alimentaria y generación de empleo.
Finalmente, es fundamental que tanto el gobernante como su administración mejoren la comunicación, evitando caer en un exceso de exposición pública innecesaria. En su lugar, deben enfocarse estratégicamente en destacar los logros alcanzados de manera clara y objetiva, con el propósito de generar confianza entre los ciudadanos.
De no implementarse un cambio significativo y concreto en los próximos meses, la insatisfacción ciudadana seguirá creciendo, lo que podría consolidar una grave crisis de gobernabilidad.
Cali - Colombia
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