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RECULA Y VUELVE A RECULAR

Jueves, 10 de Abril del 2025
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El alcalde de Cali, @alejoeder, transcurridos un poco más de quince meses de su mandato, dibuja, entre otras, una curva constante que define su gobierno: lo proclive a “recular”. A esta conclusión se llega al observar sus decisiones, de orden y autoridad, las que se echan atrás poco tiempo después de ser notificadas. Dicho de otra manera, lo que se percibe, en el mandatario, es una actitud impulsiva seguida de una incapacidad sistemática para sostener sus decisiones.

El caso más reciente de una “reculada” pública son las sanciones ordenadas por el burgomaestre al @AmericadeCali (cierre del estadio, restricciones a la tribuna sur y limitaciones al ingreso de elementos), las que fueron levantadas gradualmente como si nunca se hubieran planteado como “emblemáticas”. Aquí la lógica pareció ser: comunicar primero un castigo y “recular” después.

Este comportamiento recurrente del alcalde de la ciudad devela una constante improvisación que, ejercida desde el poder, no es inofensiva. Destruye su credibilidad, acaba con la confianza institucional y ciudadana, dejando a la deriva a la administración como un barco sin brújula. Cada vez que el mandatario de los caleños se “patrasea”, deja tras de sí una estela de desconfianza, promesas y expectativas frustradas, al igual que decisiones sin fundamento enmarcadas no en un comportamiento anecdótico, sino alarmante.

Al gobernar se puede “recular” una o, al menos, dos veces cuando se poseen y se explican con suficiencia los argumentos que lo justifiquen. Pero cuando “patrasiar” se vuelve normal, el problema no es de las decisiones: es del “carácter”.

Ya lo hemos dicho: gobernar demanda seguridad personal, capacidad para diseñar y desarrollar gerencialmente la visión que la ciudad necesita, sostener su rumbo e incluso ante el ruido, para enfrentar con firmeza las consecuencias de lo que se decide. Y, al contrario, las continuas “reculadas”, sinónimo de falta de “carácter”, se manifiestan en el temor al costo político, en la necesidad de agradar a todos y en la evasión permanente de la responsabilidad.

Y lo estamos viendo con nuestro mandatario. El suyo no es un liderazgo adaptable, sino vacilante, que no escucha y, por supuesto, no ajusta con inteligencia, sino uno que “recula” por presión, por cálculo o por falta de sostén.

La ciudad no necesita más anuncios “históricos”. Necesita decisiones de fondo, coherentes, sostenidas en el tiempo y con visión de largo plazo. Necesita autoridad que inspire respeto, no oportunismo que inspire desconfianza. El liderazgo del gobernante no se ejerce desde el pánico a equivocarse, sino desde la fortaleza de las convicciones. Y en ese terreno, lamentablemente, nuestro alcalde ha mostrado no una flexibilidad estratégica, sino una preocupante fragilidad personal.

“Recular” no es, en sí mismo, una falta. “Recular” sistemáticamente, sin justificación clara, sí lo es. Y cuando esa conducta se repite una y otra vez desde el gobierno, no puede llamarse otra cosa que lo que es: falta de “carácter”.

Mauricio Mejía López

Consultor en Marketing Político

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